Los desastres naturales son una problemática fuera del control humano, que conforme pasan los años, van aumentando. Esto gracias a los efectos del cambio climático, fracturas de la corteza terrestre, uso excesivo de suelo, consumo excesivo de bienes y productos, entre otras razones.

En la Ciudad de México particularmente, también existe otro problema: la centralización de su zona urbana. Y como si esto fuera poco, también se encuentra en una ubicación con altos niveles de actividad sísmica. 

Lo anterior provoca que los riesgos en que se encuentra la población y la infraestructura de la Ciudad de México, sean numerosos y diversos. 

Precisamente para ello existe la ingeniería estructural y sísmica, ya que su función principal es evaluar estos riesgos, así como prevenirlos y mitigarlos. 

El sismo del 19 de Septiembre del 2017 (32 años después del temblor del 85), afectó principalmente edificaciones de concreto reforzado y de mampostería. El principal fenómeno que causó daños severos fue el choque, golpeteo o colisión entre edificios, especialmente en aquellos cuyas losas no coinciden en altura. 

Muchas de las estructuras que actualmente están destinadas a oficinas, vivienda, salud, educación, etc, sufrieron daños severos como consecuencia de los temblores de 1985. 

De hecho, de acuerdo con diversos especialistas en ingeniería, sería más económico y seguro demoler los edificios con daños graves en su estructura y materiales de construcción. De no ser así, representan un alto riesgo para la población en general.

La falta de mantenimiento y refuerzo estructural tampoco ayuda a combatir este problema, sobre todo en estados como:

  • Chiapas
  • Oaxaca
  • Guerrero,
  • EDOMEX
  • Morelos
  • Puebla
  • Jalisco
  • Michoacán, entre otros. 

 

Afortunadamente los avances en ingeniería estructural, sísmica y de cimentaciones permiten que se detecten las deficiencias en construcciones de obras civiles y estructuras. Incluso, gracias al nuevo Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México, se exige mayor seguridad estructural en edificaciones de concreto reforzado, acero estructural y mampostería. 

Con ello también se asegura que los materiales de construcción y las empresas encargadas de las obras públicas cumplan con los requisitos en materia de seguridad y calidad.  

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